sábado, 16 de junio de 2007

Vincent Price vs. Peter Cushing

Ah, Roger Corman. ¡Qué grande, qué grande! Las películas de Corman sí que eran películas que de verdad reambientaban en la pantalla del cine los cuentos de Poe en los que se inspiraban, ¿no? ¿Y Vincent Price? ¿Qué me decís de los papeles que interpretaba Vicent Price en aquellas películas? ¿Os acordáis de su acento educado en exceso y de la sonrisa afectada que dibujaban sus labios mientras su mirada perdida delataba el horror que se paseaba por sus pensamientos? Corman no podía haber escogido a nadie mejor que él para interpretar al bizarro Roderick Usher. ¿Os acordáis de la bata roja que Vincent Price viste, como Roderick Usher, en The fall of the House of Usher? Manierismo visual a tope. ¡Qué colores, qué colores! Como los colores que aparecen en las películas de la productora Hammer, pero mejorados.

Por cierto, y ya que hablo de las películas de la productora Hammer, mirad lo que os digo: las mejores películas de la Hammer son las películas en las que aparecen Peter Cushing y Christopher Lee. Peter Cushing es un actor mito. Como también lo es, por supuesto, Vincent Price. Pero para la mayoría de espectadores quizás Peter Cushing sea un mito mayor que Vincent Prince. No es que Vincent Price sea peor actor que Peter Cushing. No, no, no, ni muchísimo menos. Pero lo cierto es que Peter Cushing enriquece a sus personajes con un comportamiento y una presencia que son, además de totalmente ajenas a las maneras interpretativas y a los modos físicos de Vincent Price, digamos que más populares; son más tópicas, por decirlo de alguna manera; son más como lo que la mayoría de espectadores espera ver en el héroe de una película de terror. Pues aunque a Peter Cushing le falte la voz y la presencia física de las que rebosa Vincent Price, sus interpretaciones desbordan elasticidad y exceso físico; capacidades, por otra parte, de las que carece absolutamente Vincent Price, que es la quietud y el hieratismo. Y es esta vitalidad física lo que hace que sus personajes sean más terrenales y que, por lo tanto, gusten más. Y lo mismo podemos decir de los terrores a los que se enfrenta, pues al estar abordados por un héroe que no se deja llevar por el pensamiento sino por la acción son más creíbles. Y, claro, al ser más creíbles entonces gustan más. Porque en este mundo lo que más gusta es lo evidente y lo que puede ser real, más que lo que vive únicamente en lo fantástico. Lo que, en definitiva, puede tocarse directamente con la mano o, a lo sumo, está a la vuelta de la esquina para poder ser tocado.

Vincent Price es el resumen de lo que de íntimo hay en el horror; es el resumen del horror que surge del intelecto, del cerebro y de la teoría. Peter Cushing lo es, en cambio, de lo que de físico hay en el horror; es el resumen del horror que surge de la acción, del músculo y de la práctica. Y la práctica, ya sabéis, en este mundo gusta más que la teoría.


Figura 1 (iquierda): Peter Cushing en una imagen de la película de la productora Hammer, The curse of Frankenstein (1957).
Figura 2 (derecha): Vincent Price en una imagen de la película de la productora Liberty Pictures, The Bat (1959).

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