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domingo, 8 de julio de 2007

Matsuo Bashoo, haijin

Antes que nada, una advertencia fonética: en el idioma japonés no existe un sonido como el de la “j” española. Así, la grafía “j” japonesa debe pronunciarse como se pronuncia la “y” española. Por otra parte, la pronunciación de la “h” japonesa requiere de un sonido similar al que requiere la pronunciación de la “h” inglesa. En lo que sigue, además de lo dicho, únicamente hará falta tener en cuenta que la fonética japonesa y la española es la misma.

El haiku es un tipo de composición poética típica de Japón. Nació en el siglo XVI y tuvo como fuente original a los haikais, poemas que podían tener 36, 50 o 100 versos y que se componían con la participación de varios poetas. El poeta que iniciaba el haikai escribía tres versos de medidas 5-7-5 (el primer verso constaba de 5 sílabas, el segundo de 7 y el tercero de 5) y a partir de aquí los demás poetas lo continuaban, añadiendo dos versos de 7 sílabas cada uno. A los 3 primeros versos del haikai se les llamó hokku, y fueron la semilla de lo que, con el paso del tiempo, dio lugar al haiku.

Así pues, los haikus constan de tres versos de medida 5-7-5 (es decir, tienen una métrica de 17 sílabas, repartidas en 3 versos). Los temas de los que hablan están muy relacionados con el devenir diario y con la naturaleza; y, al menos desde la aparición del poeta Matsuo Bashoo, que fue el autor a partir del cual los haikus tomaron sus caracteres definitorios, tuvieron, y tienen, una tendencia claramente relacionada con el budismo zen, que es el sistema de creencias y ritos más extendido en Japón.

Al compositor de haikus se le llama haijin.

Copio a continuación un haiku de Matsuo Bashoo. Este poeta, que nació en 1644 y murió en 1694, pasó los últimos años de su vida viajando, en pleno contacto con la naturaleza.

Yuku haru ya
Tori naki no no
Me wa namida

(Que, en su traducción castellana sería:
¡Se va la primavera!
Gime el pájaro
y el pez llora.)

Ocurre que al poeta le entristece el final de la primavera. Lo mismo que a los demás, o al menos a los que estamos tocados por la melancolía y la nostalgia, nos entristece el final de las cosas que durante un tiempo nos han sucedido. Aunque el sol abrase el cielo y la tierra con más fuerza de la que sería capaz el aliento de Smaug (apodado "el dorado") hoy es, para mí, un día triste.

sábado, 7 de julio de 2007

Superman y los otros III: Sansón, Aquiles y Sigfrido

La película Unbreakable (traducida al español como El protegido), dirigida por Night Shyamalan y estrenada en el 2000, postula la teoría de que aquello que atañe a lo profundo y a lo simbólico en el hombre no ha cambiado desde las viejas edades. En el principio los poetas de los tiempos antiguos crearon mitos con los que simbolizaron la lucha más profunda y más primaria: la lucha entre Bien y el Mal. Hoy esa contienda continúa. Y lo mismo que los poetas de los tiempos antiguos, hoy los poetas de los tiempos nuevos continúan simbolizándola. Porque en lo hondo, en lo más primordial, el corazón del hombre continúa siendo el mismo.

¿Qué hay en un héroe que lo hace cercano a los hombres? ¿Qué hay en él que lo convierte en un referente al que imitar? A los dioses se les adora, se les teme, se les honra mediante el sacrificio para que la sonrisa que dirigen hacia nosotros no se torne en ira y plagas. Pero la grandeza fría e irascible de los dioses los aleja del corazón del hombre, y tornándolos pálidos y borrosos a su visión. El hombre no es capaz de amar lo lejano: ama a quien puede tocar y a quien es como él; y ama, también, a quien puede considerar como un referente al que intentar imitar. Un dios, por lejano y por inimitable, no podrá ser nunca amado. Lo mismo que tampoco podrá ser el referente de ningún hombre. Pero, ¿qué pasa con los héroes?

Si Superman no se acabara ante la presencia de kriptonita, entonces sería indestructible. Dejaría de ser vulnerable y eso le convertiría en un dios. Y al hacerlo, se alejaría de nosotros: los niños no se disfrazarían como él, las mujeres no caerían rendidas de amor a sus pies. Pues, ¿qué niño quiere disfrazarse como Zeus? O ¿qué mujer querría tener como amante a Poseidón? O ¿quién, en definitiva, quiere ser, o tener al lado, como amante, a un dios? Pero no es un dios: Superman es vulnerable. Entonces, ¿es esta vulnerabilidad la cualidad que ha de poseer un héroe para acercarse a los hombres?

En el libro de los Jueces, del Antiguo Testamento, se habla de la historia de Sansón. Nacido en Zora durante el siglo XI a.C., un ángel se le apareció a su madre, la estéril mujer de Manoa, de la tribu de Dan, estando embarazada y le proclamó que no debía beber bebidas alcohólicas ni comer comidas impuras pues de su seno nacería el que había de liberar a los israelitas de los opresores filisteos. Sansón, después de nacer, se consagró enteramente a Dios. Y como símbolo y recuerdo de esa consagración, que le haría invulnerable y, por lo tanto, el salvador del pueblo de Israel, había de renunciar a cortarse el pelo. Pero andó el tiempo y resultó que Sansón se enamoró de Dalila y que esta, a cambio de plata filistea, vendió a su enamorado desvelando el secreto de su fuerza. Así, sus enemigos le cortaron el pelo, por lo que Dios entendió que se había roto el pacto y entonces le borró la fuerza. Los filisteos, no le mataron pero le vaciaron las cuencas de los ojos y le hicieron esclavo y moledor de grano. Sansón, héroe, fue vulnerable.

En La Aquileida, poema escrito por Estacio en el siglo I e inspirado por las antiguas leyendas griegas en torno al heroico Aquiles, se dice que Tetis, su madre ninfa, le bañó en el río Estigia, que delimitaba la frontera del mundo de los vivos con el mundo de los muertos, para hacerle inmortal. Pero ocurrió que Tetis olvidó sumergir en el río el talón por el que sujetaba a su hijo cuando hacía lo propio con el resto del cuerpo. Por ese lugar Aquiles recibió a la muerte. Aquiles, héroe, fue vulnerable.

El Cantar de los Nibelungos, basada en una obra anterior titulada La Saga Volsunga o Saga de los Volsungos, es un poema medieval anónimo escrito en el siglo XIII que narra las gestas de Sigfrido (llamado Sigurd en La Saga Volsunga). Sigfrido, después de matar al custodio del tesoro de los Nibelungos, el horroroso dragón Fafner, se bañó con su sangre pues era fama que eso podía convertir en invulnerable a quien lo hiciera. Pero la mala fortuna hizo que mientras se bañaba una hoja de tilo se le pegara en la espalda a la altura del corazón. Y que, por lo tanto, ese lugar no fuera bañado por la sangre del dragón. Por ese lugar Sansón recibió a la muerte. Sigfrido, héroe, fue vulnerable.

Sansón, Aquiles, Sigfrido, Supermán… y hasta, en cierto modo, Jesucristo. Fueron héroes en el tiempo de los hombres antiguos, y lo son todavía en nuestro tiempo. Todos ellos tienen un denominador común: su vulnerabilidad a las artimañas del enemigo y de lo malo. Y es por esta vulnerabilidad que todos ellos son modelos a los que mirar. Por su valentía, por su hombría, por su honradez, por su energía. Por mirar de frente al horror. Por ser, en definitiva, lo que todos quisiéramos ser.

¿Os acordáis cuando en Unbreakable Joseph Dunn (Spencer Treat Clark), el hijo de David Dunn (Bruce Willis), mira alucinadísimo a su padre cuando este empieza a añadir pesos y más pesos en la barra de halterofilia con la que se entrena para demostrar a su hijo y a él mismo que su fuerza es colosal y que realmente es un superhéroe? A mí me da que en ese momento lo que el niño piensa, vencido por la admiración, la reverencia y el amor de hijo, debe ser algo parecido a: mi padre, al que el tiempo envejece y que un día morirá, es un superhéroe; yo quiero ser como él. ¿No?

jueves, 5 de julio de 2007

Wang Wei, poeta chino

Wang Wei nació en Puzhou (el actual distrito Yongji de Shanxi), el año 701, y murió en Chang’an, el año 761; vivió, por lo tanto, durante la dinastía Tang, que regentó el territorio chino desde el año 618 hasta el año 907. Es uno de los grandes poetas clásicos chinos, y escribió poemas tan bonitos como el que copio a continuación:

Sentado solo entre silenciosos bambúes,
taño mi laúd y silbo unas canciones.
Nadie sabe que estoy en el espeso follaje.
Sólo la brillante luna acude a acompañarme.

Se titula En el bosque de bambúes.

martes, 3 de julio de 2007

A Pablo le gusta Walt Whitman

Pues sí, a mi amigo Pablo le gusta mucho el poeta norteamericano Whalt Witman (1819-1892). Tanto es así que durante una de sus últimas estancias en Estados Unidos (mi amigo Pablo, a causa de ese tipo de circunstancias que la fortuna maneja y que le ajetrean a uno la vida, se ha convertido en un turista infatigable del Nuevo Mundo), concretamente durante su estancia en Ithaca (Nueva York), población ubicada en la región de los Finger Lakes, decidió enviarme una postal en forma de díptico en la aparece, en la cara de delante, una foto del poeta y, en la de atrás, los versos que ahora mismo os voy a copiar (estos versos, que forman parte de un poema titulado Song of Myself, aparecieron en un libro que fue publicado en 1855 y que llevó por título: Leaves of Grass). Dicen así:

I have said that the soul is not more than the body,
And I have said that the body is not more than the soul,
And nothing, not God, is greater to one than one's self is,
And whoever walks a furlong without sympathy walks to his own
funeral drest in his shroud,
And I or you pocketless of a dime may purchase the pick of the
earth,
And to glance with an eye or show a bean in its pod confounds the
learning of all times,
And there is no trade or employment but the young man following it
may become a hero,
And there is no object so soft but it makes a hub for the wheel'd
universe,
And I say to any man or woman, Let your soul stand cool and composed
before a million universes.

Si buscáis en las bibliotecas (o en Internet que ya es casi la biblioteca de las bibliotecas) información sobre la vida y la obra de Walt Whitman encontraréis muchísimos apuntes sobre su biografía, lo mismo que muchísimos ensayos que estudian su obra y su pensamiento de manera lenta, sesuda y fidelísima. Pero hoy ignoraré todo ese pasto espeso, y de digestión pesada, del que se alimentan las viejas vacas académicas. Hoy prefiero copiaros, sin su permiso, algunas de las frases que Pablo escribió en la postal que me envió desde Ithaca. Más frescas, más desde dentro, más sinceras que muchas de las opiniones que muchos de los críticos publican, estas frases son, por su dulzura, miel para el pensamiento y motor de lectura.

Dice Pablo, casi al principio de su escrito, que me envía una postal: “[…] del mítico y admiradísimo por mí: el abuelo Walt Whitman, el gran poeta americano.” Ah: bomba para el espíritu. Porque llamar a Whitman en una misma frase “el abuelo” y “el gran poeta americano” no me negaréis que es la mar de evocador, ¿eh? Como si uno de los apelativos enriqueciera al otro y el otro al uno, y así sucesivamente. Porque se puede ser un gran poeta, pero si además se es abuelo (y, siguiendo a Pablo, cuando me refiero al término “abuelo” y a su significación, no me estoy refieriendo únicamente a su sentido literal), entonces además de poeta eres sabiduría; y, claro, la veneración de los demás. Y, de la misma manera, se puede ser un buen abuelo, pero si además de bueno se es poeta entonces este abuelo se convierte por arte de verso en la imaginación y la fantasía de quien le rodea. ¿No? La verdad es que yo todo esto sólo lo había pensado de Tolkien, pero nunca se me había ocurrido pensarlo de Withman. Ah, insisto: bomba para el espíritu. Además, fijaos en la foto, fijaos: si no se le llamara abuelo bien se le podría ocurrir a alguien que este Whitman fue un simple pordiosero o, qué sé yo, uno de los muchos pioneros que buscó fortuna en el Oeste americano.

Y dice luego: “El poema que acompaña a la postal es de un positivismo realmente grande.” Ah: segunda bomba. Porque, ¿qué me decís de esta afirmación, qué me decís? Lo que yo os digo es que a mí me da que Pablo, con sus frases, modifica el pensamiento de quien le lee. O, al menos, modifica el mío, os lo aseguro. Yo había leído el poema antes de leer su frase; y lo había leído de otra manera. Me habían crecido en el pensamiento ideas muy diferentes a las que, después de leer su frase, he acabado pensando. Pablo ha escrito esta frase y, ¡pum!, el poema, para mí, se ha desdoblado y ha cambiado por completo. Y ha cambiado para mí, claro, el trocito de mundo al que afecta el poema. Oh: "positivismo realmente grande."

Hay escritores y poetas que abundan en expresiones, o en frases, o en versos que enriquecen el mundo y la vida de quien los lee. Es fama que Jorge Luís Borges era uno de ellos. Y que también lo era Henry James. Pero ante estos ya estamos precavidos. Y así, sus obras las leemos lentos y bien agarrados a la mesa, o a la silla, o al libro; para no perder contacto con la realidad; para que el mundo no se ausente demasiado. Pero a veces ocurre que, de manera imprevista, una de estas expresiones, frases o versos se cuela sin avisar por las rendijas que la conciencia, al suponer que no hay peligro, deja sin tapar. Y entonces: ¡pum!, el mundo cambia y todo es nuevo.

Por lo que él escribe y por el poema que en ella hay escrito, Pablo y su bonita postal han alterado, ¡y enriquecido!, la percepción que, de la porción del mundo a la que afecta el poema, yo tenía. Pablo ha sido, al menos par mí, al menos durante esta tarde, poeta.

Walt Withman pasó largas temporadas en la región de los Finger Lakes.

lunes, 2 de julio de 2007

Heracles, Hercle, Hercules

Heracles, como la mayoría de dioses, semidioses y héroes griegos, tuvo su equivalente romano: Hercules. Este nombre latino, Hercules, no deriva directamente del nombre griego, Heracles, sino que es una modificación del nombre etrusco Hercle, que a su vez es una modificación sincopada (es decir, a partir de la pérdida de uno a más sonidos en el interior de una palabra) del nombre griego original.

En las representaciónes de grabados, mosaicos y estatuas, los artistas de Roma se inspiraron más en el Hercle etrusco que en el Heracles griego. En cambio, los escritores romanos prefierieron mirar al Heracles griego, del que copiaron casi todos sus atributos, y al que le añadieron vinculaciones geográficas más estrechamente relacionadas con la zona oeste del Mediterráneo, y que el héroe griego original no tenía.

domingo, 1 de julio de 2007

Superman y los otros II: Heracles

Superman es, por su fuerza colosal y sobrehumana, un par del Heracles griego.

Heracles fue un héroe de carácter divino, pues fue el hijo del dios Zeus (hijo de Cronos y de Rhea, fue el dios de los cielos y del trueno, el soberano del monte Olimpo y el más grande de todos los dioses griegos) y de la mortal Alcmene (hija de Electryon, rey de Micenas e hijo de Perseo y de Andrómeda, y de Anaxo, hermana de Amphitryon). Luchó contra los dioses y los espíritus que habitaban el inframundo griego y contra las fuerzas y los seres malignos de otros tiempos (entre los que se encuentran Gerión, el monstruo gigante alado de seis brazos y tres cabezas, Cerbero, el perro de tres cabezas guardián de la puerta de Hades, la reina amazona Hipólita, y la Hidra de Lerna, el monstruo acuático y horroroso con forma de serpiente multicéfala y aliento venenoso) y, además, por haber salido victorioso de ello, fue considerado como el benefactor y protector de la humanidad: dejó el mundo listo, y a salvo de peligros, para que pudiera ser habitado por el Hombre. Heracles se caracterizó por su fuerza, por su coraje y por su ingenuidad, lo mismo que por su capacidad sexual tanto con las mujeres como con los hombres.

Superman se caracteriza casi por los mismos atributos por los que se caracteriza Heracles. Hablo, por supuesto, del Superman visible y no del Superman escondido detrás del disfraz llamado Clark Kent (porque, claro, si pensamos en Clark Kent entonces pensamos en alguien que, por su comportamiento y por manera de ser, es totalmente simétrico a Heracles y, de hecho, a la mayoría de los héroes y de los superhéroes al uso). Y digo que casi se caracteriza por los mimos atributos porque hay una diferencia: la que se refiere a la capacidad sexual. Superman no usa las maneras promiscuas que, en cambio, sí usó Heracles.

Las maneras promiscuas de Heracles fueron vastas y, en muchas ocasiones, fructíferas.

Heracles tuvo numerosísimas amantes, con las que tuvo numerosísimos hijos. Estos fueron conocidos, en conjunto, como los heraclidas, de los que muchos de los caudillos de la antigua Grecia, para prestigiar su dinastía, se consideraban descendientes. Y, además, tuvo tres mujeres. La primera fue Mégara, con la que tuvo varios hijos, a los que asesinó junto con su mujer en un ataque de locura provocado por Hera, la mujer de su padre, Zeus; este fue el motivo por el que la sibila del oráculo de Delfos le obligó a purgar la culpa por lo que había hecho realizando sus famosísimos doce trabajos. La segunda fue Ónfale, hija de Iardanos, y esposa de Tmolos, rey de Lidia, reino situado en Asia Menor; Heracles, según una de las múltiples versiones que narran la historia de los encuentros que tuvo con Ónfale, se queda prendado de ella al visitarla en su palacio real durante uno de los viajes que tuvo que realizar para cumplir los doce trabajos que le habían sido asignados; posteriormente se casó con ella, y tuvo como descendiente a Agesilas. Y la tercera fue Deyanira, hija de Altea y Oineo, rey de Calidón; aunque su padre la prometió en matrimonio al horroroso dios Aqueloo, el dios más antiguo y poderoso de Grecia y señor del río del mismo nombre, Heracles luchó con él por la mano de Deyanira, y le derrotó; fue Deyanira quien, engañada por el centauro Neso (que había intentado violarla y a quien Heracles asesinó con una flecha envenenada), mató a Heracles sin quererlo: untó en la túnica de Heracles la sangre del corazón del centauro creyendo, por lo que antes de morir le había dicho este, que de este modo podría recuperar el amor de su marido, al que sospechaba en brazos de Iole, la hija de Eurytus; pero la sangre del corazón del centauro quemó, hasta casi la muerte, la piel de Heracles a lo que este, agonizando por el dolor de las quemaduras, decidió quitarse la vida en una pira; Deyanira, al darse cuenta de su error, eligió el suicidio y se ahorcó.

Y tuvo, también, numerosísimos amantes masculinos. Entre ellos merece la pena rememorar a tres. El primero, Adonis, fue un dios de origen fenicio y caracterizado por ser eternamente joven, cosa que simbolizaba la muerte y la renovación anual de la vegetación. El segundo, Filoctetes, fue a quien Hércules entregó su arco y sus flechas. Y el tercero, Néstor, fue el mítico rey de Pilos y uno de los argonautas, antes de que se convirtiera en uno de los personajes principales de La Ilíada y de La Odisea.

Pero Superman no hizo, ni quiso hacer, lo mismo que Heracles. Superman optó por entregar su amor a una sola mujer: Lois Lane, la periodista del Daily Planet. Porque Superman, tal y como apuntaba el domingo pasado, es un héroe crístico. Y, por lo tanto, ha de ser necesariamente un héroe monógamo. Porque, ¿os imagináis que, después de bajar de un árbol el gatito de un niña llorona, después de atrapar a un ladrón que escala edificios de vidrio con ventosas en las manos y en las rodillas, después de evitar que a una viejecita le roben el bolso unos carteristas con barba de tres días, imagináis, repito, que después de todo esto Superman se fuera a tomar unas copas a un bar en el que hubieran mucho humo y muchas chicas en bikini o, peor, en topless? Uy, uy, uy, eso sería muy raro e iría a la contra de lo todos esperamos de él, ¿no? Porque yo no sé vosotros, pero yo de Superman lo que espero es seriedad, circunspección, casi celibato y muchísima bondad y preocupación por el mundo. Casi lo mismo que espero de un monje conventual, vamos. Y, esperando todo esto, ver a Superman en un bar con humo y chicas, sabiéndolo enamorado de Lois Lane, sería, para el espectador y para mí, el descubrimiento de un doblez en su personalidad que iría a la contra con su manera de ser y de actuar en el mundo. Sería la prueba de que Superman nos ha estado engañando todo el tiempo, y de que no está a favor de todo lo que es bueno en el mundo. Quizás le convertiría en un héroe más parecido a los que había en el mundo antiguo, con sus debilidades y sus penas. Un héroe más parecido a Heracles. Pero dejaría de ser, definitivamente, el héroe popular e icónico que ha sido durante el siglo XX. Y, sobre todo, dejaría de ser ese héroe que se parece tanto a Cristo y que, precisamente por este motivo, gusta tanto a los hombres y mujeres de bien.

A mi madre un Superman así no le gustaría. Le parecería repulsivo.

sábado, 30 de junio de 2007

Superman y los otros: Gilgamesh

Superman, además de ser la figura crística y mesiánica de la que hablaba el domingo pasado, copia las características y las bondades de algunos mitos, héroes y dioses del mundo antiguo. Por ejemplo, copia las características y las bondades de Gilgamesh: igual que el Gilgamesh sumerio, Superman es, en parte, un inmortal (y, por lo tanto, similar a un dios) y, en parte, un mortal (y, por lo tanto, similar a un humano).

El Gilgamesh sumerio fue el quinto rey de Uruk, ciudad que estuvo situada al este de lo que hoy es la cuenca del río Eufrates, que fue primero la antigua capital de Sumeria y después la de Babilonia. Nacido, en algún momento situado entre el año 2700 antes de Cristo y el año 2600 antes de Cristo, de Lugalbanda, el tercer rey de Uruk, y, según la épica que se narra en el Poema de Gilgamesh, de la diosa Ninsun, fue descrito como un personaje cuya condición conjugó, a la vez, dos condiciones dispares: la de dios, por una parte, y la de hombre, por otra. Pues se dijo de Gilgamesh que fue dos terceras partes de dios y una tercera parte hombre. Entonces, así fue que, por esta condición divina, fue considerado en lo antiguo como alguien superior a los hombres; fue, en definitiva, uno de los primeros personajes con carácter de superhombre que aparece en la historia. A Gilgamesh se le trató como un semidiós y, además, es fama que fue conocido por su extraordinaria fuerza. Por debajo de lo divino, y si hablamos más prosaicamente, también fue rememorado por haber construido una gran muralla en torno a la ciudad que regentaba, para defendiera a sus habitantes de las amenazas de los enemigos exteriores.

El poema titulado Poema de Gilgamesh narra la relación entre Gilgamesh y su amigo Enkidu, con quien emprende peligrosas búsquedas y aventuras. Las aventuras que los dos corren para matar al gigante Humbaba, el descenso a los infiernos y la relaciónes que en el poema aparecen entre dioses y semidioses, hacen de él un claro antecedente de los poemas helenísticos. Muchos de sus estudiosos consideran que el tema central del poema es la inmortalidad y la relación que esta guarda con la mortalidad, ya que está centrado en los sentimientos de pérdida y de dolor que experimenta Gilgamesh tras la muerte de su amigo Enkido.

El poema se escribió sobre tabillas de arcilla y se utilizó para ello escritura cuneiforme. En una de las tablillas en las que está escrito en poema hay una narración que anticipa el episodio del Diluvio universal que aparece en La Biblia.

En la columna I de la tablilla X aparecen los siguientes versos:

¿A dónde vas, Gilgamesh?
La vida que tú buscas
Nunca la encontrarás.

En eso basó su vida Gilgamesh: en la búsqueda. En la búsqueda incesable. En la búsqueda constante del significado de lo que es la vida, de lo que es la muerte y de lo que es el destino. Y en la búsqueda del sentido que, sabiendo que hay muerte, dolor y olvido, esta tiene. Estos versos dichos a Gigamesh, y leídos a la manera de los coros de las tragedias griegas posteriores, son, no lo negaréis, estremecedores.

jueves, 21 de junio de 2007

Superhéroes IV: la tragedia del Héroe

Robin Lane Fox (1946) es un historiador sesudo que trabaja en la Universidad de Oxford. Si hablamos del mundo clásico, es imprescindible sopesar tanto sus palabras como sus obras escritas: es un referente en todo lo que ser refiere a la Grecia y a la Roma antigua. Es más: rinde culto a Homero.

De Homero dice: “Inventó la nostalgia.” Y continúa: “Fue [Homero] quien supo llenar con historias y palabras ese agujero que hiere en las entrañas cuando uno está lejos de casa. También supo contar, de manera cruda y realista, lo que significan la gloria y la fama en esta vida, atrapó el dolor que nos abate ante la pérdida de los más próximos y mostró cómo los Héroes se equivocan, y lo descubren en los momentos trágicos cuando ya es demasiado tarde.”

Robin Lane Fox, tal y como decía antes, rinde culto a Homero. Así que Homero es, para él, un Héroe. Un Héroe al estilo de los Héroes de los que hablaba Thomas Carlyle. Un Héroe que, además, escribió la epopeya de los Héroes.

Pero para Robin Lane Fox el mundo no sólo son bibliotecas, clases y salas de conferencias. Asesoró en lo histórico a Oliver Stone durante el rodaje de Alejandro. Y ha publicado no hace demasiado un libro titulado El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma, que, además, se ha convertido en un superventas en el mundo anglosajón.

lunes, 18 de junio de 2007

La trompetilla acústica de Leonora Carrington

Dentro de muy poco, cuando acabe de leer The Picture in the House (un cuento que Howard Phillips Lovecraft escribió en 1920 y en el que habla de una casa quieta al final de un camino habitado únicamente por el silencio), empezaré a leer una novela que escribió una escritora llamada Leonora Carrington, y que se titula: The Hearing Trumpet. No sé casi nada de esta escritora y la verdad es que, cuando la compré, tampoco sabía casi nada de la novela. Así que, seguramente, os preguntaréis: "¿por qué narices la compraste, amigo?" Bueno, pues lo hice por dos motivos, a cuál más tonto. El primero: porque me gustó la portada del libro (en la que aparece un dibujo de una tal Emilie Seron, de la que, como me pasa con la escritora, tampoco sé demasiado); y el segundo: porque resulta que relaciono a esta escritora, no sé por qué motivo lateral a mi entendimiento (reforzado, supongo, por lo poco que sé de ella), con otra escritora que me gusta muchísimo: Angela Carter.

Os voy a copiar a continuación el argumento de la novela según se lee en la contraportada de la edición que me compré (la publicada por la editorial Penguin Books en su colección Modern Classics). Si el texto que os copio os parece malo, o hasta horroroso, es porque lo he traducido del inglés. Así que si os parece malo, o, insisto, hasta horroroso, es únicamente por mi culpa.

“Unas de las primeras cosas que Marian Leatherby, de noventa y dos años de edad, oye por casualidad cuando le dan una trompetilla acústica ricamente decorada, son las maquinaciones que trama su familia para enviarla a un asilo. Al poco tiempo Marian se encuentra atrapada en una siniestra casa de retiro, en la que los ancianos deben habitar en edificios con forma de iglúes, resistir retorcidos sermones y comer en una cantina vigilada por el retrato misterioso de una abadesa de mirada lasciva. Pero cuando otro residente le pasa, secretamente, un libro que cuenta la vida de la abadesa, una divertida y surrealista aventura empieza a revelarse.”

De esta novela, que Leonora Carrington escribió durante los años sesenta y fue publicada originalmente en Francia en 1974, dice Luis Buñuel: “Al leer The Hearing Trumpet nos sentimos liberados de la miserable realidad de nuestros días.”

Leonora Carrington nació en 1917. Aún vive.


Figura 1: portada de la edición de The Hearing Trumpet publicada por la editorial Penguin Books en su colección Modern Classics.

domingo, 17 de junio de 2007

Pulpa IV

"I looked, and a pang of horror seized my heart as with a white-hot iron.There upon the floor was a dark and putrid mass, seething withcorruption and hideous rottenness, neither liquid nor solid, but meltingand changing before our eyes, and bubbling with unctuous oily bubbleslike boiling pitch. And out of the midst of it shone two burning pointslike eyes, and I saw a writhing and stirring as of limbs, and somethingmoved and lifted up what might have been an arm. The doctor took a stepforward, raised the iron bar and struck at the burning points; he drovein the weapon, and struck again and again in the fury of loathing."

(Fragmento extraído del cuento The Novel of the White Powder, escrita por Arthur Machen en 1895)

Pulpa III

"As the sailor looked in, the gigantic animal had seized Madame L'Espanaye by the hair, (which was loose, as she had been combing it), and was flourishing the razor about her face, in imitation of the motions of a barber. The daughter lay prostrate and motionless; she had swooned. The screams and struggles of the old lady (during which the hair was torn from her head) had the effect of changing the probably pacific purposes of the Ourang-Outang into those of wrath. With one determined sweep of its muscular arm it nearly severed her head from her body. The sight of blood inflamed its anger into phrenzy. Gnashing its teeth, and flashing fire from its eyes, it flew upon the body of the girl, and imbedded its fearful talons in her throat, retaining its grasp until she expired."

(Fragmento extraído de la novela The Murders of the Rue Morgue, escrita por Edgar Allan Poe en 1841)

Pulpa II

"Of Madame L'Espanaye no traces were here seen; but an unusual quantity of soot being observed in the fire-place, a search was made in the chimney, and (horrible to relate!) the; corpse of the daughter, head downward, was dragged therefrom; it having been thus forced up the narrow aperture for a considerable distance. The body was quite warm. Upon examining it, many excoriations were perceived, no doubt occasioned by the violence with which it had been thrust up and disengaged. Upon the face were many severe scratches, and, upon the throat, dark bruises, and deep indentations of finger nails, as if the deceased had been throttled to death.

"After a thorough investigation of every portion of the house, without farther discovery, the party made its way into a small paved yard in the rear of the building, where lay the corpse of the old lady, with her throat so entirely cut that, upon an attempt to raise her, the head fell off. The body, as well as the head, was fearfully mutilated—the former so much so as scarcely to retain any semblance of humanity.

"To this horrible mystery there is not as yet, we believe, the slightest clew."

(Fragmento extraído de la novela The Murders of the Rue Morgue, escrita por Edgar Allan Poe en 1841)

sábado, 16 de junio de 2007

Pulpa

"One morning in Chicago, as the gorilla and Alfred Jermyn were rehearsing an exceedingly clever boxing match, the former delivered a blow of more than the usual force, hurting both the body and the dignity of the amateur trainer. Of what followed, members of “The Greatest Show On Earth” do not like to speak. They did not expect to hear Sir Alfred Jermyn emit a shrill, inhuman scream, or to see him seize his clumsy antagonist with both hands, dash it to the floor of the cage, and bite fiendishly at its hairy throat. The gorilla was off its guard, but not for long, and before anything could be done by the regular trainer, the body which had belonged to a baronet was past recognition."

(Fragmento extraído del cuento Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family, escrito por Howard Phillips Lovecraft en 1920)

jueves, 14 de junio de 2007

Y última vez y nunca más y olvido

Siempre que pienso en despedidas me acuerdo de un poema de Borges que me emociona en extremo. Se titula Límites, y lo escribió en 1960. Dejad que os copie las tres primeras estrofas:

De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cual) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a Quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

sábado, 9 de junio de 2007

Los hijos de los Nephilim

En la versión del Rey James de La Biblia (a la que lo eruditos llaman The King James Version of The Bible) están traducidos los versículos desde el 1 hasta el 8 del capítulo 6 del Génesis como sigue:

“And it came to pass, when men began to multiply on the face of the earth, and daughters were born unto them,

That the sons of God saw the daughters of men that they were fair; and they took them wives of all which they chose.

And the Lord said, My spirit shall not always strive with man, for that he also is flesh: yet his days shall be an hundred and twenty years.

There were giants in the earth in those days; and also alter that, when the sons of God came in unto the daughters of men, and they bare children to them, the same became mighty men which were of old, men of renown.

And God saw that the wickedness of man was great in the earth, and that every imagination of the thoughts of his heart was only evil continually.

And it repented the Lord that he had made man on the earth, and it grieved him at his heart.

And the Lord said, I will destroy man whom I have created from the face of the earth; both man, and beast, and the creeping thing, and the fowls of the air; for it repenteth me that I have made them.

But Noah found grace in the eyes of the Lord.”









Figura 1 (izquierda, arriba): The big man (2000), por Ron Mueck.
Figura 2 (izquierda, enmedio): Boy (2001), por Ron Mueck.
Figura 3 (izquierda, abajo): In bed (2005), por Ron Mueck.
Figura 4 (derecha, arriba): Mask III (2005), por Ron Mueck.
Figura 5 (derecha, enmedio): Wild man (2005), por Ron Mueck.
Figura 6 (derecha, abajo): A girl (2006-2007), por Ron Mueck.

martes, 5 de junio de 2007

Edward Gibbon: meditaciones sobre Roma y Venecia

Para la mayoría, Venecia es la ciudad de las delicias de la imaginación y de los excesos visuales. Pero ciertamente, y aunque a algunos nos pueda parecer extraño, esto no lo es para todos. Edward Gibbon, el insigne autor de la minuciosa historia de la Roma antigua titulada The Decline and Fall of the Roman Empire, visitó Venecia durante el viaje de vuelta de su profético viaje a Roma (profético pues fue durante su visita a Roma que Gibbon concibió escribir la historia de su caída). Él fue uno de los que, después de haber estado en ella, en Venecia, no supo hablar de sus maravillas. En una ocasión dijo que “el espectáculo que ofrece Venecia proporciona algunas horas de estupefacción lo mismo que algunos días de repugnancia”.

En una carta escrita el 22 de abril del 1765, y editada por J.E. Norton escribió:

“De todas las ciudades de Italia, de la que menos satisfecho estoy es de Venecia. Venecia contiene una acumulación de objetos que son singulares pero no agradables, y que producen una sorpresa momentánea que pronto da paso a la saciedad y al disgusto. Casas viejas y, en general, enfermas. Pinturas ruinosas. Acequias fétidas dignificadas con el pomposo nombre de Canales. Un hermoso puente estropeado por dos filas de casas situadas sobre él. Y una gran plaza decorada con la peor arquitectura que he visto jamás, y maravillosa sólo por estar en un lugar en el que hay más tierra que agua. Tales son los colores que debería utilizar para pintar mi retrato de Venecia. Un retrato por lo general auténticamente cierto; aunque es justo reconocer que quizás debieran atribuir la gran oscuridad del mismo al disgusto que siento por el lugar. Además, aquí nadie entiende el inglés, por lo que toda comunicación con los nativos del lugar está estrictamente prohibida.”

De Roma, en cambio, escribió en sus memorias:

“No puedo olvidar ni expresar la fuerte emoción que agitó mi mente cuando me acerqué, por primera vez, a la Ciudad Eterna. Después de una noche de insomnio caminé, con paso altivo, entre las ruinas del Foro. Cada lugar memorable (donde Rómulo estuvo, o Tulio habló, o César cayó) estaba al alcance de mi vista. ¡Ah!, muchos días perdí (¡o, mejor dicho, disfruté!) antes de que pudiera dedicarme, por fin, a una serena y minuciosa investigación.”

Claro, pues como he dicho al principio, fue en Roma donde Gibbon concibió la idea de escribir una historia de la ciudad, que más tarde decidió extender a una historia del Imperio Romano. Más concretamente:

“Fue en Roma, el 15 de octubre de 1764, mientras me encontraba sentado en medio de las ruinas capitolinas y los frailes de pies descalzos estaban cantando en el templo de Júpiter, donde la idea de escribir acerca de la caída de la Ciudad Eterna llamó a mi imaginación.”

Edward Gibbon vivió entre 1739 y 1794.

sábado, 2 de junio de 2007

Igor Mitoraj y Edgar Allan Poe

Hoy he vuelto a pasar por delante de la exposición de Mitoraj de la que ayer hablaba. No se agota la melancolía que me crece en el alma al pasear entre las estatuas de bronce. Al contemplarlas, me continúa entrando un estremecimiento silencioso y profundo. Y también una sensación como de desamparo, como de soledad, como de orfandad. Quizás sea por esto último que al contemplarlas me entran unas ganas muy grandes de volver a Roma. Quizás sea para volver a estar entre lo antiguo. Quizás para volver a estar con lo auténtico. Quizás, en definitiva, para volver a casa.

Mientras volvía a casa, a la de Barcelona, claro, y aturdido por el recuerdo de las estatuas mezclado con el de Roma, me he acordado de un poema de Edgar Allan Poe. Se titula The Coliseum y lo escribió en 1833. Lo copio a continuación.


Type of the antique Rome! Rich reliquary
Of lofty contemplation left to Time
By buried centuries of pomp and power!
At length- at length- after so many daysOf weary pilgrimage and burning thirst,
(Thirst for the springs of lore that in thee lie,)
I kneel, an altered and an humble man,Amid thy shadows, and so drink within
My very soul thy grandeur, gloom, and glory!

Vastness! and Age! and Memories of Eld!
Silence! and Desolation! and dim Night!
I feel ye now- I feel ye in your strength-
O spells more sure than e'er Judaean king
Taught in the gardens of Gethsemane!
O charms more potent than the rapt Chaldee
Ever drew down from out the quiet stars!

Here, where a hero fell, a column falls!
Here, where the mimic eagle glared in gold,
A midnight vigil holds the swarthy bat!
Here, where the dames of Rome their gilded hair
Waved to the wind, now wave the reed and thistle!
Here, where on golden throne the monarch lolled,
Glides, spectre-like, unto his marble home,
Lit by the wan light of the horned moon,
The swift and silent lizard of the stones!

But stay! these walls- these ivy-clad arcades-
These moldering plinths- these sad and blackened shafts-
These vague entablatures- this crumbling frieze-
These shattered cornices- this wreck- this ruin-
These stones- alas! these grey stones- are they all-
All of the famed, and the colossal left
By the corrosive Hours to Fate and me?

"Not all"- the Echoes answer me- "not all!
Prophetic sounds and loud, arise forever
From us, and from all Ruin, unto the wise,
As melody from Memnon to the Sun.
We rule the hearts of mightiest men- we rule
With a despotic sway all giant minds.
We are not impotent- we pallid stones.
Not all our power is gone- not all our fame-
Not all the magic of our high renown-
Not all the wonder that encircles us-
Not all the mysteries that in us lie-
Not all the memories that hang upon
And cling around about us as a garment,
Clothing us in a robe of more than glory."

miércoles, 30 de mayo de 2007

Lafcadio Hearn, Hans Ruedi Giger y el arte Gótico

Al releer la primera de las citas que copié en la anterior nota me he acordado de un pintor que durante un tiempo, y a propósito de una película, estuvo en boca de muchos. Me refiero a Hans Ruedi Giger y a, por supuesto, Alien (película dirigida, en 1979, por Ridley Scott).

Giger es artista suizo que, además de pintor, es escultor y diseñador de decorados. Para diseñar la morfología de la criatura extraterrestre que aparece en Alien, Giger se inspiró en un trabajo suyo creado en 1976, al que había bautizado con el nombre de Necronom IV. Cuando he releído el párrafo en el que Lafcadio Hearn habla del escritor que confiesa que el interior de una iglesia gótica vista de noche le recuerda al esqueleto de algún animal monstruoso, me he acordado de esta pintura. Aunque en ella no aparecen elementos arquitectónicos de ningún tipo y, por lo tanto, a nivel formal el resultado final de esta obra no tiene mucho que ver con el arte gótico al que se refiere Hearn, la verdad es que me ha parecido curioso que en ella lo que más destaque de la criatura sea su esqueleto monstruoso, su boca odiosa y repleta de dientes, y la morfología arqueada tanto de su cabeza como de las protuberancias que le surgen del tronco y de debajo de las costillas. Y entonces se me ha ocurrido que quizás Necronom IV podría ser un resumen de lo que a Hearn le parece el núcleo de aquello que de ominoso y de horroroso hay en el arte gótico. Al contemplar esta obra hay como un rumor de fondo que sugiere, de manera oblicua y muy lateral, que de lo que Giger está hablando en su pintura es de lo mismo que de lo que hablaba Hearn en sus escritos: del desasosiego que crece en el alma del espectador que contempla la exageración pavorosa y malsana de las leyes que rigen lo natural y lo orgánico. Para Hearn esta exageración se plasmaba en las catedrales góticas. Para Giger, en su criatura extraterrestre.


Figura 1: Necronom IV (1976), aerografía de Hans Ruedi Giger.

Lafcadio Hearn, a propósito del arte Gótico

Copio unas citas de Lafcadio Hearn. En ellas el escritor habla del arte Gótico y de la relación que este estilo artístico tiene con lo terrible y lo horroroso.


“Books about architecture were very disappointing. I was much less impressed by what I could find in them than by reference in pure fiction to the awfulness of Gothic art, - particularly by one writer’s confession that the interior of a Gothic church, seen at night, gave him the idea of being inside the skeleton of some monstrous animal; and by a far-famed comparison of the windows of a cathedral to eyes, and of its door to a great mouth ‘devouring people’.”

“‘Yes, Gothic architecture is awful,’ said a religious friend, ‘because it is the visible expression of the Christian faith. No other religious architecture expresses spiritual longing; but the Gothic embodies it’.”

“Perhaps our modern aesthetic sentiments are so interwoven with various inherited elements of religious emotionalism that the recognition of beauty cannot arise independently of reverential feeling.”

“I understood that Gothic horror was a horror of monstrous notion, - and that it had seemed to belong to the points of the arches because of the idea of such notion was chiefly suggested by the extraordinary angle at which the curves of the arching touched.”

“[…] the points and the curves are terrible because they represent the prodigious exaggeration of a real law of vegetal growth.”

lunes, 28 de mayo de 2007

Howard Phillips Lovecraft y la pintura II: Anthony Angarola

“En un claro natural del pantano se encontraba una isla herbosa de, quizás, un acre de extensión, y moderadamente seca. En ésta saltaba y se retorcía una horda humana de una abnormalidad más indescriptible que cualquiera de las que Sime o Angarola hubiera podido pintar. Desnudos, los miembros de esta prole híbrida estaban bramando, rugiendo, y retorciéndose alrededor de una hoguera en forma de anillo; en el centro de la cual, revelada por ocasionales claros que aparecían en la cortina de llamas, se encontraba un enorme monolito de granito de unos ocho pies de altura; en lo más alto de este monolito, incongruente en su pequeñez, descansaba la horrible y nociva estatuilla esculpida.” (La llamada de Cthulhu, 1926)

“Hay algo -más allá de la vida- que tan sólo esta gente comprende; una epecie don que en ocasiones son capaces de transmitir aunque sólo sea durante un segundo. Doré lo tuvo. Sime también. Lo mismo que Angarola de Chicago. Y Pickman lo tuvo como ningún otro hombre lo tuvo antes o -ruego al cielo- lo tendrá jamás.” (El modelo de Pickman, 1926)

“Siento escuchar que Angarola ha muerto. Casi ilustró mi cuento Outsider -es decir, lo leyó y le dijo a Wright que le gustaría ilustrarlo, ¡justo después de que la actual ilustración hubiera sido hecha y adquirida!” (carta a Richard Ely Morse, 28 de julio de 1932)


Anthony Angarola nació en 1803 y murió en 1929. Y fue pintor e instructor de arte.

Se graduó en la School of the Art Institute de Chicago, y quizás porque él mismo fue un inmigrante italiano su trabajo como pintor se centró en la gente que luchaba por adaptarse a una cultura extranjera. Angarola también enseñó como instructor de arte en la Layton School of Art de Milwaukee en 1921, en la Minneapolis School of Art desde 1922 hasta 1925, en la School of the Art Institute of Chicago en 1926, y en la Kansas City Art Institute desde 1926 hasta su muerte. Fue galardonado con el premio Guggenheim in 1928 y participó en la exposición Carnagie Internacional en 1928, exhibiendo su pintura titulada: Proud. Su obra está en la colección permanente de varios museos, incluyendo el Chicago Art Institute y el Davis Museum en Boston.

Anthony Angarola se casó con una concertista de piano llamada Marie Ambrosius, de la que se divorció después de tener dos hijos: Richard Anthony Angarola (famoso actor) e Ivonne Daly (pianista consumada de música clásica). Aunque murió con 36 años, inspiró a muchos artistas posteriores. Dos de sus más notables estudiantes fueron William Schwartz y Belle Baranceanu. Con esta última estaba prometido en matrimonio cuando murió.


Figura 1: ilustración de Anthony Angarola, a lápiz y tinta, para el libro The Kingdom of Evil (1924), de Ben Hecht.