martes, 15 de mayo de 2007

Lafcadio Hearn y los fantasmas

Lafcadio Hearn escribió relatos fantásticos y tradujo historias de fantasmas chinas y japonesas. Nació de padre irlandés y de madre griega y, siendo niño, fue educado en escuelas de padres jesuitas. En una, francesa, pasó un año; fue en ella donde a punto estuvo de conocer al que, posteriormente, sería uno de sus ídolos literarios: Guy de Maupassant. En otra, inglesa, pasó cuatro años; allí fue donde Lafcadio perdió un ojo durante un violento accidente. Este accidente le desfiguró la vista y el alma, y le convirtió en una persona delicada y tímida.

Lafcadio tuvo que dejar los estudios a los diecisiete años para ponerse a trabajar: su vida apuntaba, ya en el alba de sus días, a la dificultad y a la pobreza. Un tío suyo que vivía en Estados Unidos, viendo que Lafcadio sufría y que, además, podría cobrar por escribir, le pagó un billete para que se reuniera con él. En Estados Unidos nacía el periodismo profesional y, opinaba su tío, Lafacadio tenía el talento necesario para dedicarse a aquella, por aquel entonces, nueva profesión. Y no erró, pues así fue que Lafcadio empezó a trabajar como reportero para el diario Enquirer.

Pero los sueños y la imaginación de Lafcadio miraban hacia Oriente. Soñaba con dragones de cuerpos largos y de cabezas horrorosas. Soñaba con campos de arroz, con sedas del color del azufre y del fuego, y con joyas capaces de contener en su interior el reflejo de todas las estrellas del universo. Soñaba con el silencio de los lagos y con la música de los ríos, y con las profundas meditaciones que, según Lao Tse, de ellos se desprenden. Soñaba, un día tras otro, con el país en el que cada día nace el Sol.

Así que, andando el tiempo, Lafcadio viajó a Japón. Y allí se materializó su sueño: allí su alma se fundió con lo oriental. Y en sus pensamientos no hubo lugar para nada que no concerniera a Oriente.

Las historias de Lafcadio Hearn son horripilantes y raras. Reflejan una concepción cósmica del horror y acuden a las vastas distancias del espacio. Pero también penetran hondo en la psique y en lo personal. En el alma del hombre y en la de la humanidad.

En un ensayo titulado Nightmare-touch, dice:

“Now I venture to state boldly that the common fear of ghosts is the fear of being touched by ghosts, - or, in other words, that the imagined Supernatural is dreaded mainly because of its imagined power to touch. Only to touch, remember! – not to would wound or kill”.

Estas palabras son el terror, ¿no os parece?

A Lafcadio Hearn, que vivió entre 1850 y 1904, también le llamaron Koizumi Yakumo. Lo que en japonés significa: “nueve nubes”.

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