sábado, 26 de mayo de 2007

El hombre de la arena

Uno de los cuentos más horrorosos que he leído nunca se titula El hombre de la arena (Der Sandmann), y está escrito por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann en 1815. Hoffmann, que nació en Königsberg, en 1776, y murió en Berlín, en 1822, escribió relatos y novelas de miedo. Pero Hoffmann, a diferencia de, pongamos, Montague Rhodes James, no habla de aparecidos, ni de fantasmas, ni de castillos de paredes húmedas, ni de alcobas frías. No. Más bien habla del hombre y de su alma. Habla de autómatas que simulan lo humano y de sueños y de música y de gente rara. Edgar Allan Poe, en el prefacio a su libro Tales of the Grotesque and Arabesque, publicado en 1840, escribió: "If in many of my productions terror has been the thesis, I maintain that terror is not of Germany, but of the soul". Hoffmann fue Alemán y fue escritor. Hoffmann fue, pues, el terror.

Copio un párrafo, terrible, terrible, de El hombre de la arena:

"Pero Tanelchen -contestó-, ¿aún no lo sabes? Es un hombre malo que viene a ver a los niños cuando no quieren acostarse y les arroja puñados de arena a los ojos, que saltan de sus caras ensangrentados. Después coge esos despojos sanguinolentos, los echa en un saco y se los lleva hasta la media luna, donde sirven de alimento a sus hijitos, que están allí en el nido y que tienen un pico ganchudo como el de las lechuzas, con el que picotean los ojos de los niñitos traviesos".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Terrible, sí. Hasta que uno es padre o madre y un día se sorprende a sí mismo invocando a Herodes o al hombre de arena. Ven, ven, tienes la puerta abierta y mi hijo no quiere acostarse...
Terrible, sí.

Joan Carles dijo...

Ah, pero lo que tú afirmas lateralmente es aún más terrible que lo que Hoffmann nos describe en su cuento. Porque, ¿cómo negar que hay instintos soterrados, que habitan en lo antiguo y en lo primigenio de la psique, que la cultura y el orden oscurecen? Porque, sinceramente, ¿cómo vamos a creer que el llanto del hijo del otro nos crispa y endemonia, mientras que el del nuestro no? Ay por el Hombre. Ay por los lobos con piel de cordero.