viernes, 18 de mayo de 2007

David Hume y lo gótico

David Hume escribió, a diferencia de Joseph Addison, contra lo gótico. Le pareció que en las catedrales del gótico la delicadeza que operaba en las filigranas de sus fachadas y de sus arcos, los múltiples colores que enriquecían sus vidrieras y sus rosetones, sus gárgolas terribles y bizarras que observaban, vigilantes y atentas, desde sus tejados, y, en fin, todo lo que en las catedrales góticas era adorno y superficie, operaban sobre la mente del espectador de un modo agobiante. Opinaba David Hume que todo lo que el gótico utilizaba y ensalzaba distraía al espectador, y que lo sumía en meditaciones vacuas y, por ende, estériles. Pero para entender de un modo diáfano la posición que David Hume mantuvo con lo gótico, es necesario saber que su pensamiento estuvo influido de manera recta y meridiana por el de los empiristas George Berkeley y John Locke. Y que a partir de estas influencias surgió de él lo que después fue llamado con el nombre de Naturalismo.

David Hume afirma que el conocimiento deriva, en última instancia, de la experiencia sensible. Y que esta experiencia sensible es la única fuente de la que mana el conocimiento. Sin ella, pues, sería imposible lograr saber alguno. Lo gótico, entonces, en su afán por sorprender y extasiar al espectador, entorpece el conocimiento, y lo vuelve, como diría Borges, opresivo y lento y plural. Pues lo gótico hace que la experiencia sensible quede aturdida y que la mente y el entendimiento queden sumidos en la fatiga. Así, pues, opina David Hume lo gótico se opone simétricamente al conocimiento. Es, por así decirlo, el opio del pensamiento.

Es meditable que en el libro del Génesis, el primer libro que aparece en el Antiguo Testamento de La Biblia, Dios se opusiera al conocimiento y prohibiera, al primero de los hombres que habitó Edén, que comiera de sus frutos: el conocimiento se dibujó así como algo opuesto a Dios. Es meditable, decía, pues en la oposición que David Hume ofrece a lo gótico (desarrollado, principalmente, en elementos artísticos relacionados con la piedad, con el éxtasis, con el pecado y, en definitiva, con Dios) parece que se repita, simétricamente, la oposición que Dios, en La Biblia, ofreció al conocimiento.

David Hume opuesto a lo gótico. Y, simétricamente, el conocimiento opuesto a Dios. Meditable, ¿no?

Hay un texto de David Hume que resume en pocas palabras, pero a la manera de los maestros, lo que he explicado. El texto está extraído del ensayo XX del capítulo I, titulado Of Simplicity and Refinement in Writing, de su obra Essays, Moral, Political, and Literary. Dice así:

“…productions, which are merely surprising, without being natural, can never give any lasting entertainment to the mind. To draw chimeras is not, properly speaking, to copy or imitate. The justness of the representation is lost, and the mind is displeased to find a picture, which bears no resemblance to any original. Nor are such excessive refinements more agreeable in the epistolary or philosophic style, than in the epic or tragic. Too much ornament is a fault in every kind of production. Uncommon expressions, strong flashes of wit, pointed similies, and epigrammatic turns, especially when they recur too frequently, are a disfigurement, rather than any embellishment of discourse. As the eye, in surveying a GOTHIC building, is distracted by the multiplicity of ornaments, and loses the whole by its minute attention to the parts; so the mind, in perusing a work overstocked with wit, is fatigued and disgusted with the constant endeavour to shine and surprize.”

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