martes, 29 de mayo de 2007

La esperanza

De la esperanza dice el Diccionario de la Real Academia Española que es:

1. Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.

2. Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad.

3. En la doctrina cristiana, virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido.

De estas tres definiciones, la que se me antoja más interesante para la imaginación y la melancolía, digamos que a la manera de los poetas, es la primera; la segunda tiene un valor científico utilísimo en el estudio de lo numerable y de sus aplicaciones, pero inutilísimo en igual medida en lo que se refiere al alma del hombre; la tercera, aunque más cercana a lo que hay de insondable en el alma del hombre, está en exceso referida a lo local: esta tercera definición excluye en su aplicación a todo aquel que no es cristiano, pues quien no lo es no ha de esperar los bienes prometidos por Dios.

Es interesante considerar la esperanza según la primera de las definiciones: como un estado de ánimo. A menudo parece que la esperanza sea una cualidad del mundo en sí mismo. Al decir “espero que todo saldrá bien” parece que lo que queremos decir es “confío en que el mundo se conjurará para actuar como yo quiero que actúe, y lo hará”. Pero de lo que a menudo no nos damos cuenta es de que el universo, el mundo, los animales que habitan la tierra, las personas mismas, actúan más allá de lo que nosotros podamos o no esperar de ellos o de ellas. No nos damos cuenta de que la esperanza se alberga únicamente en nuestro espíritu y en nuestro corazón ni de que el mundo en sí mismo está vacío, y lo digo sin acritud y dándole a la expresión el sentido más literal posible, de toda esperanza. Quizás por esto a Dante se le ocurrió escribir en la puerta de su Inferno su famoso verso: “Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate”. Quizás para Dante su Inferno fue un espejo en el que se reflejaba el mundo mismo.

Hay una película muy bonita de Michael Winterbottom que se titula The Claim. Uno de los personajes principales de la película se llama Hope Burn. Hope en inglés significa esperanza. Burn, quemar o arder. Hope Burn: la esperanza quema (sé que de ser el nombre una expresión inglesa, estaría mal escrita porque en verdad debería escribirse “Hope burns”; pero, ¿no sería extraño que el director no quisiera hacernos retumbar algo en la conciencia al llamar a una de las protagonistas de la película de esta manera?). En The Claim un hombre llamado Peter Mullan, uno de los muchos pioneros que buscaron la fortuna en el viejo oeste norteamericano, y atormentado por la inhumanidad que cometió en el pasado (vender a su mujer y a su hija a cambio de la concesión de la explotación de una mina de oro) busca la expiación de su pena cuando su hija, Hope, y su mujer enferma y al borde de la muerte vuelven al pueblo que él mismo fundó con el dinero que le proporcionó el oro de la mina. El paso del tiempo ha convertido al pueblo, Kingdom Come, en un sucedáneo de lo que podría haber sido su familia. Pero la vida de la madre se agota y su hija, Hope Burn, ya no es su hija.

Ay: Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate.


Figura 1: fotograma de la película The Claim.


No hay comentarios: