martes, 3 de julio de 2007

A Pablo le gusta Walt Whitman

Pues sí, a mi amigo Pablo le gusta mucho el poeta norteamericano Whalt Witman (1819-1892). Tanto es así que durante una de sus últimas estancias en Estados Unidos (mi amigo Pablo, a causa de ese tipo de circunstancias que la fortuna maneja y que le ajetrean a uno la vida, se ha convertido en un turista infatigable del Nuevo Mundo), concretamente durante su estancia en Ithaca (Nueva York), población ubicada en la región de los Finger Lakes, decidió enviarme una postal en forma de díptico en la aparece, en la cara de delante, una foto del poeta y, en la de atrás, los versos que ahora mismo os voy a copiar (estos versos, que forman parte de un poema titulado Song of Myself, aparecieron en un libro que fue publicado en 1855 y que llevó por título: Leaves of Grass). Dicen así:

I have said that the soul is not more than the body,
And I have said that the body is not more than the soul,
And nothing, not God, is greater to one than one's self is,
And whoever walks a furlong without sympathy walks to his own
funeral drest in his shroud,
And I or you pocketless of a dime may purchase the pick of the
earth,
And to glance with an eye or show a bean in its pod confounds the
learning of all times,
And there is no trade or employment but the young man following it
may become a hero,
And there is no object so soft but it makes a hub for the wheel'd
universe,
And I say to any man or woman, Let your soul stand cool and composed
before a million universes.

Si buscáis en las bibliotecas (o en Internet que ya es casi la biblioteca de las bibliotecas) información sobre la vida y la obra de Walt Whitman encontraréis muchísimos apuntes sobre su biografía, lo mismo que muchísimos ensayos que estudian su obra y su pensamiento de manera lenta, sesuda y fidelísima. Pero hoy ignoraré todo ese pasto espeso, y de digestión pesada, del que se alimentan las viejas vacas académicas. Hoy prefiero copiaros, sin su permiso, algunas de las frases que Pablo escribió en la postal que me envió desde Ithaca. Más frescas, más desde dentro, más sinceras que muchas de las opiniones que muchos de los críticos publican, estas frases son, por su dulzura, miel para el pensamiento y motor de lectura.

Dice Pablo, casi al principio de su escrito, que me envía una postal: “[…] del mítico y admiradísimo por mí: el abuelo Walt Whitman, el gran poeta americano.” Ah: bomba para el espíritu. Porque llamar a Whitman en una misma frase “el abuelo” y “el gran poeta americano” no me negaréis que es la mar de evocador, ¿eh? Como si uno de los apelativos enriqueciera al otro y el otro al uno, y así sucesivamente. Porque se puede ser un gran poeta, pero si además se es abuelo (y, siguiendo a Pablo, cuando me refiero al término “abuelo” y a su significación, no me estoy refieriendo únicamente a su sentido literal), entonces además de poeta eres sabiduría; y, claro, la veneración de los demás. Y, de la misma manera, se puede ser un buen abuelo, pero si además de bueno se es poeta entonces este abuelo se convierte por arte de verso en la imaginación y la fantasía de quien le rodea. ¿No? La verdad es que yo todo esto sólo lo había pensado de Tolkien, pero nunca se me había ocurrido pensarlo de Withman. Ah, insisto: bomba para el espíritu. Además, fijaos en la foto, fijaos: si no se le llamara abuelo bien se le podría ocurrir a alguien que este Whitman fue un simple pordiosero o, qué sé yo, uno de los muchos pioneros que buscó fortuna en el Oeste americano.

Y dice luego: “El poema que acompaña a la postal es de un positivismo realmente grande.” Ah: segunda bomba. Porque, ¿qué me decís de esta afirmación, qué me decís? Lo que yo os digo es que a mí me da que Pablo, con sus frases, modifica el pensamiento de quien le lee. O, al menos, modifica el mío, os lo aseguro. Yo había leído el poema antes de leer su frase; y lo había leído de otra manera. Me habían crecido en el pensamiento ideas muy diferentes a las que, después de leer su frase, he acabado pensando. Pablo ha escrito esta frase y, ¡pum!, el poema, para mí, se ha desdoblado y ha cambiado por completo. Y ha cambiado para mí, claro, el trocito de mundo al que afecta el poema. Oh: "positivismo realmente grande."

Hay escritores y poetas que abundan en expresiones, o en frases, o en versos que enriquecen el mundo y la vida de quien los lee. Es fama que Jorge Luís Borges era uno de ellos. Y que también lo era Henry James. Pero ante estos ya estamos precavidos. Y así, sus obras las leemos lentos y bien agarrados a la mesa, o a la silla, o al libro; para no perder contacto con la realidad; para que el mundo no se ausente demasiado. Pero a veces ocurre que, de manera imprevista, una de estas expresiones, frases o versos se cuela sin avisar por las rendijas que la conciencia, al suponer que no hay peligro, deja sin tapar. Y entonces: ¡pum!, el mundo cambia y todo es nuevo.

Por lo que él escribe y por el poema que en ella hay escrito, Pablo y su bonita postal han alterado, ¡y enriquecido!, la percepción que, de la porción del mundo a la que afecta el poema, yo tenía. Pablo ha sido, al menos par mí, al menos durante esta tarde, poeta.

Walt Withman pasó largas temporadas en la región de los Finger Lakes.

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