lunes, 9 de julio de 2007

Watchmen, capítulo I: At midnight, all the agents...

Desde hoy, y durante una temporada de la que aún no conozco el fin, voy a ir copiando y comentando las citas que cierran el final de cada uno de los capítulos de la serie de cómics Watchmen. Entre estas citas no existe patrón aparente: aparecen entre ellas versos de canciones de Elvis Costello y de John Cale, lo mismo que extractos de La Biblia y citas de Nietzsche y de Einstein. Eso sí cada una de ellas guarda relación, estrecha u oblicua, con el capítulo al que dan cerrojo, enriqueciéndolo de significados laterales; y son además, e independientemente del capítulo, hondas y meditables por sí mismas. Como lo son los versos de los poetas rey en la historia de la poesía.

El primer capítulo se titula At midnight, all the agents… La cita que lo acaba es, en este caso, una serie de cuatro versos extraídos de una canción de Bob Dylan titulada Desolation Row. Estos versos, que empiezan precisamente con las palabras que dan título al capítulo, dicen así:

At midnight all the agents
And the superhuman crew
Come out and round up everyone
That knows more than they do.

(En la edición traducida al castellano, y publicada por Norma Editorial, estos versos dicen:
A medianoche todos los agentes
Y seres sobrenaturales
Salen y ajustan cuentas con quienes
Saben más que ellos.)

Es interesante, o al menos a mí así me lo parece, pensar en dos imágenes que rara vez se utilizan de manera yuxtapuesta, y que en estos versos así se utilizan: la primera a la que me refiero es la provocada por la expresión “agents and the superhuman crew”, y la segunda es la provocada por “everyone that knoes more than they do.” Digo que rara vez se utilizan de esta manera porque lo común es que esos agentes y seres sobrenaturales de los que habla la primera expresión, y que crecen oscuros y terribles en nuestra imaginación cuando leemos estas palabras, han de ser superiores, en fuerza y en intelecto, a los comunes (o sea, nosotros) con los que han de compartir el mundo; y que no les ha de hacer falta ajustar cuentas con estos comunes pues su superioridad hace innecesaria la contienda con ellos. No puede haber contienda y, por lo tanto, no puede haber revancha ni ajuste de cuentas que saldar. Sin embargo, de estos versos no se supone que estos sobrenaturales han de ser necesariamente superiores a todos los hombres; ni que están libres de dolor. Al contrario, se les supone temerosos de aquellos que, aun siendo hombres, pueden quebrarlos.

¿Temía el monstruo alienígena que aparece en Alien a alguno de los tripulantes de la nave Nostromo? ¿Temía el férrico Superman al calvo Lex Luthor? ¿Temía el Conde D. a los londinenses con los que quería hacer festín? Decir que tememos aquello que conocemos temible, es decir una tautología recta y meridiana; y, en apariencia, es no afirmar nada. Pero si pensamos en cuando éramos pequeños de cuerpo y de recuerdos, pero anchos, anchísimos, en imaginación, nos daremos cuenta de que el libro en el que estaba escrito todo lo que temíamos tenía muchas menos páginas de las que tiene ahora ese mismo libro. El conocimiento del mundo, que necesariamente ampliamos al acumular años a nuestro calendario personal, ensanchece los temores que, razonables o no, oscurecen nuestra vida. Acumula páginas en el libro en el que están escritos nuestros temores.

Si pienso en lo que os he escrito más arriba se me ocurre una pregunta: ¿son los agentes y los seres de los que habla la canción de Bob Dylan los que un día se creyeron los amos de los hombres pero que, al andar el tiempo y, por lo tanto, al hacerse mayores, se han dado cuenta de que al hombre también hay que temerlo? Es decir, ¿ha crecido en los héroes, en los villanos, en los seres del mal que antaño deambulaban a sus anchas, miedos a los que novedosamente temer, siendo el peor y más grande de estos miedos el mismísimo hombre? Es decir, de nuevo: ¿se han dado cuenta estos seres de que el hombre, siendo un lobo para sí mismo (tal y como afirmaba el filósofo inglés Thomas Hobbes en su tratado sobre el hombre, la sociedad y el gobierno, titulado Leviathan y publicado en 1651), se ha convertido también en un lobo para ellos mismos?

Si los sobrenaturales han decidido que hay que temer al hombre, entonces quizas eso signifique que se han hecho mayores; que han añadido páginas al libro en que se cifran sus miedos. O, peor, significa que al Hombre le ha crecido la oscuridad en el alma; una oscuridad a la que los mismísmos seres que habitan en el margen temen.

“Homo homini lupus.” Ah, quizás sí, quizás sí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si hay algo que siempre se teme es lo desconocido, la misma justificación tiene entonces el temor del Alien hacia los tripulantes de la nave nostromo, como el temor de los tripulantes hacia el mismo Alien... La incertidumbre, el miedo al futuro más próximo forma parte de nuestro ser hasta el punto que nos condiciona ( a unos más que a otros)... En fin, que tenía razón Hoobes, el hombre es un lobo para sí mismo y hacemos bien en mantenernos alerta ante cualquier comportamiento extraño que nos haga dudar de la racionalidad de esos seres "racionales" que nos rodean por todas partes. Besos, buen blog.

Joan Carles dijo...

Oh, muchas gracias por tus palabras. Sí, sí, se ha de vigilar a los racionales y a los normales del mundo. Ocurre que a veces son los que más sorpresas pueden dar.

¡Oye, tienes un blog muy original y divertido! Sin tu permiso, pero con todo cariño, lo voy a enlazar al mío.

Un saludo.